La leyenda de la Virgen de Guadalupe
Cuanto menos es curioso que cuando en el mundo de lo paranormal, los fenómenos suceden en un entorno religioso, su nombre queda reducido a una sola palabra, milagro. Y cuando hablamos de milagro, a mi siempre me viene a la cabeza la película “El Cardenal”, un continuo debate teológico entre un católico y un judío, y en concreto la escena de la imagen de la virgen que llora sangre. El judío, incrédulo, busca una causa racional, y acaba descubriendo una tubería agujereada en el techo, casualmente las gotas de agua mezclada con el oxido de la tubería, caen sobre la cara de la imagen de la virgen, dando la impresión de que esta llora sangre, el sacerdote católico rebate la teoría, no es casualidad, ha sedo la voluntad de dios la que mediante el agujero en la tubería, ha provocado este efecto para reavivar la fe de los creyentes. Como siempre, todo es cuestión de fe, igual que la leyenda que nos ocupa, una leyenda que dio origen a una de las vírgenes más veneradas, sobre todo en los países latinoamericanos, hablamos de “La Virgen de Guadalupe”
La leyenda de la Virgen de Guadalupe tuvo su nacimiento el 9 de diciembre de 1531 en las afueras de la ciudad de México. Había un chico que se llamaba Juan Diego y a él apareció la Virgen el 9 de diciembre. La Virgen le pidió a Juan Diego que construyera un templo en su honor. La Virgen quería que el templo llevara el papel de un sitio que protegería los hombres que entraran y demostraría el amor y compasión que ella tenía para todos. Antes de empezar la construcción del templo, la Virgen de Guadalupe pidió a Juan Diego que llevara su mensaje al obispo Juan de Zumárraga.
Pues lo cumplió pero el obispo no lo creyó.
Con la respuesta del obispo, Juan Diego volvió a las afueras de Tepeyac dónde la había conocido y le dijo que sucedió.
La Virgen de Guadalupe no se quedaba satisfecha con la respuesta del obispo y le pidió a Juan Diego que intentara a convencer el obispo de nuevo el día siguiente. La segunda vez el obispo no rechazó el mensaje de la Virgen pero para creerlo exigió que Juan Diego demostrara un señal para comprobar lo que decía. Volvió a encontrar la Virgen de Guadalupe por la tercera vez y le dijo que había hablado con el obispo pero quería una señal.
La Virgen de Guadalupe le pidió que volviera a ver el obispo para que supiera que le mandaría una señal. El próximo día Juan Diego estaba a punto de irse cuando su tío Juan Bernardino se enfermó por la culpa de la peste. A causa de su tío, Juan Diego no se presentó a la Virgen de Guadalupe. Por la noche se fue para coger un sacerdote porque su tío había empeorado con respecto a su estado de salud. Después de coger el sacerdote, volvió a Tepeyac muy preocupado porque no cumplió la promesa que había hecho a la Virgen, ‘vuelve a ver el obispo para decirle que un señal viene.’ Juan Diego llevaba mucha vergüenza dentro de su alma y por eso cambió su ruta para evitarla. Aunque escogió otra ruta, la Virgen lo encontró.
Al contrario de ser decepcionada por las acciones de Juan Diego, lo prometió que su tío se recuperara. Además de este mensaje le pidió que buscara rosas y que las llevara al obispo como una señal. Mientras que Juan Diego regresaba a la ciudad de México dónde se quedaba el obispo, la Virgen de Guadalupe apareció al tío y lo curó.
Al tío la Virgen le pidió que se presentara al obispo para que viera su recuperación tan rápida y le dijera que ella lo había curado. Juan Diego llegó en la Ciudad de México y explicó como la Virgen lo había curado y que era un milagro. A fin de su exposición, abrió su ayate, dónde lo había colocado, las rosas cayeron encima de una manta que estaba suelto.
Las rosas caídas formaron la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Juan Diego había cumplido su promesa y la Virgen y su mensaje fueron aceptados por el obispo.
La fe se refiere a cosas que no se ven, y la esperanza, a cosas que no están al alcance de la mano.
“Tomás de Aquino”
Fran González