Tendemos a pensar que para que las cosas no duelan las tenemos que olvidar, de ahí que nuestra mente a menudo archive recuerdos en algún lugar recóndito de la memoria. Esta idea es falsa, las heridas se curan cuando somos capaces de recordarlas, de revivirlas, sin que nos duelan, ese es el propósito de la regresión.

[Tweet “La vida y la existencia son dos cosas totalmente diferentes, a ojos del mundo. La ciencia parecía descubrir lo que desde tiempos ancestrales nunca había estado oculto.”]

Nuestros recuerdos, nuestras vivencia, forjan lo que somos, y cual calamar, nos ayudan, eso es lo que nos gusta creer, a cambiar para adaptarnos a las condiciones que nos rodean. Pero a veces esos recuerdos, esas vivencias están bloqueadas, y ante la imposibilidad de adaptarnos, avanzar, caemos en manos de unos diminutos falsos ayudantes  llamados antidepresivos o ansiolíticos, ayudantes que lo más seguro es que te sigan acompañando de por vida. Y aunque no pretendo convencer a nadie, si me gustaría que por un momento mantuviéramos nuestra mente abierta y consideráramos una terapia alternativa, la regresión. Igual nos sorprende.

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Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas, cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto el porqué de recordar. Y como tú, he olvidado…   “Marguerite Duras”

Fran González

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