El avistamiento en el Empire State Building

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El avistamiento en el Empire State Building

El 27 de julio de 1952, varios testigos presenciaron un avistamiento OVNI cerca del Empire State Building en Nueva York. Augie Roberts, conocido como un experto en ovnis y fotógrafo profesional, se encontraba en una plataforma de un aeropuerto cercano junto a su amigo George Conger. Utilizando prismáticos, observaron un objeto brillante de tono marrón rojizo que también había sido detectado por el radar de bases militares cercanas. A Augie se le confió el material fotográfico del avistamiento para su revelado.

Encuentro con militares

Después de regresar a casa, Augie recibió una llamada telefónica de dos oficiales de la fuerza aérea, quienes lo llevaron a una base militar para interrogarlo. Los militares estaban interesados en saber si Augie había compartido información sobre el avistamiento con alguien más. Además, afirmaron que las fotografías reveladas eran falsificaciones y decidieron revisar nuevamente el material. Augie, con experiencia en lidiar con la intrusión militar en casos de OVNIs, decidió presionar a los oficiales al informar a un reportero del Jersey Journal sobre el incidente y acordar una entrevista. Esto llevó a que los militares prometieran enviar una de las fotos al periodista. Aunque se publicó una pequeña foto en el periódico, los militares confiscaron nuevamente el material.

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El enigmático visitante

Augie tenía en su poder algunas tomas que no había declarado a los militares, y esto llamó la atención de un hombre del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Este misterioso individuo, vestido de manera deportiva y con una actitud militar, solicitó insistentemente que Augie le entregara una foto del avistamiento. Después de ceder a la petición, el visitante del MIT examinó cuidadosamente la imagen y pareció entrar en trance. Antes de marcharse, le entregó a Augie un mensaje enigmático con la referencia “Altái-Himalaya. Nicolás Roerich, páginas 361-362”.

La conexión

Semanas más tarde, mientras buscaba en una librería de Manhattan, Augie descubrió un libro que contenía un diario personal del famoso explorador ruso Nicolás Roerich. Sorprendentemente, en las páginas sugeridas, Augie encontró un relato detallado del propio Roerich sobre un avistamiento similar al que había presenciado en 1952. Según el diario de Roerich, el 5 de agosto de 1927, mientras se encontraba en el distrito de Kukunor, cerca de la cadena de Humboldt en Mongolia, él y su equipo observaron un fenómeno extraordinario.

Roerich describió cómo, mientras estaban en su campamento, notaron una notablemente grande águila negra volando sobre ellos. Pero lo que llamó la atención de todos fue un objeto grande y brillante que se desplazaba a gran velocidad en dirección de norte a sur. Era un óvalo resplandeciente que reflejaba la luz del sol. El objeto luego cambió su trayectoria de sur a suroeste, antes de desvanecerse en el cielo azul.

La descripción de Roerich coincidía en gran medida con el avistamiento que Augie y su amigo habían presenciado. Esta conexión lo dejó perplejo y fascinado al mismo tiempo. ¿Qué significaba esa referencia de Roerich en el mensaje del visitante del MIT? ¿Había alguna conexión más profunda entre estos avistamientos separados por décadas?

Roerich

Augie, decidido a resolver el enigma, investigó más sobre Nicolás Roerich, se sumergió en su obra y descubrió que fue un renombrado explorador, escritor y artista ruso del siglo XX. Durante sus expediciones por el Altái-Himalaya, Roerich recopiló una gran cantidad de conocimientos sobre la misteriosa región. En las páginas 361 y 362 de su libro, encontró pistas adicionales relacionadas con fenómenos inexplicables y antiguas leyendas sobre avistamientos similares.

Estos descubrimientos llevaron a Augie a sospechar que los avistamientos OVNI estaban conectados de alguna manera con la región del Altái-Himalaya. ¿Existía una antigua civilización oculta en esas montañas? ¿Podría ser el punto de origen de estos misteriosos visitantes extraterrestres?

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La investigación perdura

A lo largo de los años, otros investigadores y ufólogos han continuado explorando la conexión entre los avistamientos ovni en Nueva York y las referencias de Nicolás Roerich. Algunos teóricos sugieren que el Altái-Himalaya podría albergar una base extraterrestre o ser un punto de paso para visitantes de otros mundos. Otros han especulado sobre la existencia de una antigua civilización avanzada que habría dejado su marca en esa región remota.

La falta de pruebas concluyentes y la naturaleza esquiva de los fenómenos ovni continúan alimentando el debate y el misterio. Aunque las teorías y las especulaciones son abundantes, la verdad sigue sin revelarse por completo.

Hasta entonces, sigamos explorando, investigando y manteniendo nuestros ojos y mentes abiertos a las infinitas posibilidades que nos aguardan en el vasto universo que habitamos. El misterio sigue en pie, y la búsqueda de la verdad continúa.

Redacción NdM

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