Ouija: El mito de Liliana

Esta historia es real, la he vivido yo con mi familia. Era el año 1975, tenía 10 años, siempre fui una niña muy madura para mi edad y entendía perfectamente lo que estaba pasando en esos días. La historia transcurre en la ciudad de  Buenos Aires, Argentina, en la casa de mi abuela. Mi madre y yo, solíamos ir de vacaciones a la casa de mi abuela, ya que vivíamos en otra ciudad.

Era un caserón muy antiguo y muy grande. La cual estaba estaba habitada regularmente por mi abuela, mi hermano mayor, que en ese momento tenía 20 años, y un joven al que mi abuela le alquilaba un cuarto, un estudiante de teatro que provenía de un pueblo cercano a Buenos Aires. Por esa época, ‘la copa’, así se llamaba el juego de los espíritus.

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La preparación del juego

Era un juego de moda entre los jóvenes. Un sábado por la noche, mi hermano invita a la casa a unos amigos para reunirse y “jugar”. Aprovechando que mi madre estaba en la casa, la invitaron a sentarse a la mesa, en la cual  se formaba un gran círculo con letras de todo el abc cortadas en cuadraditos y dos palabras un SI y NO. En el medio, se ponía una copa de cristal dada vuelta.

Antes de comenzar el juego, encendieron velas para iluminar el salón, se colocó una Biblia abierta, como protección y se pidió a los presentes que guardaran silencio, y así conseguir un clima apropiado para que se pueda convocar a los espíritus.

Continua

El juego

Para comenzar, los participantes se sentaron alrededor del círculo, después apoyaron muy levemente las yemas de sus dedos en el pie de la copa, todos estaban muy concentrados. Uno de ellos comenzó a hacer las preguntas, comenzó preguntando ¿quién es? ¿cuándo murió? ¿quiere contarnos algo? Después de las preguntas, pasaron algunos minutos y otras segundos, cuando la copa comenzó a moverse lentamente, algunos asistentes tienen a mano papel y lápiz, en donde van anotando las letras o números que la copa vaya marcando, lo cual deben decir en voz alta.

Sobre las 10 p.m., la noche prometía, las presencias no se hicieron esperar y en poco tiempo la copa tomó un ritmo que sin que nadie pudiera poner su dedo sobre ella, ésta se movilizaba sola por todo el circulo. Yo observaba seriamente todo, para mi era todo nuevo y trataba de observar la cara de la gente según lo que la copa iba diciendo.

Veía que muchas veces se reían, de pronto las ventanas se abrían, entonces daban vuelta a la copa porque decían que era un espíritu burlón que les decía cosas sin sentido. Después de dos horas, Jorge el inquilino de mi abuela, llegó a la casa, había estado en un ensayo de teatro y no llegó solo, una de sus compañeras de nombre Liliana le acompañaba, era la primera vez que iba a la casa y Jorge no solía llevar amigas a casa de mi abuela.

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Liliana

Después de las presentaciones correspondientes, comenta que la invitó porque Liliana está un poco triste. Nadie hizo preguntas, simplemente la invitaron a jugar, a lo que ella se negó de manera firme, se disculpó y explicó que se sentía mal y no quería atraer malas energías. Todos se rieron, le explicaron que no creían que sucediera esto, que era una noche tranquila y creían que no había ningún problema.

Yo era incapaz de dejar de mirarla, tenía un cabello largo y rubio, sus ojos azules me parecían muy lindos, además respondía a todos con una dulce sonrisa. Creía que un día Liliana conseguiría ser una actriz muy famosa y yo podría presumir de conocerla. i mente de niña me hacia pensar que algún día seria muy famosa y yo ya la conocería.

De repente, a los pocos minutos la copa empieza a moverse a una velocidad increíble, sola, daba vueltas y vueltas. Todos estaban asombrados y decían ‘Oh ¿qué pasa?’ Pero de pronto, se calma y empieza a acercarse a las letras, comenzó a marcar las palabras: pan, azúcar, huevos, leche, electricidad, dolor, luz, gritos, ascensor. Todos empezaron a reírse de nuevo, creyeron que alguien quería que le hicieran la compra, Liliana era la única que no se reía.

Te necesito!!

Yo la miraba y le toque el brazo a mi madre, para indicarle la cara de la chica, estaba blanca, con los ojos llorosos. Ninguno de los presentes sabía el motivo de la tristeza de Liliana, ni siquiera Jorge, ella era muy reservada y no quería contarlo. Tanto ella como Jorge, no participaban del juego, únicamente estaban como observadores.

En un momento, la copa literalmente enloqueció, se movía muy rápidamente, de pronto se paró y escribió: ‘Liliana, te necesito ¡Ven conmigo ahora! ¡Ahora! ¡Ahora!’

Liliana se levantó de golpe de la silla y gritó: ‘Noooo, no Papá no me quiero morir, solo tengo 23 años, yo también te extraño’. Inmediatamente todos nos miramos unos a otro, ninguno sabía que hacer. Pero la copa continuo marcando un mensaje: ‘¡Ven conmigo, te necesito!’, después marcó el número 3. Liliana lloraba desconsolada, de pronto dio vuelta la copa y gritó: ¡Basta! No voy a morir y ya terminamos con todo’. Entonces recogieron las cosas de la mesa, abrieron las ventanas, encendieron las luces y mi madre le hizo un té de tila para que se tranquilizara.

Continua

Mientras tomaba el té, nos contó lo que había sucedido. Su padre falleció al recibir un gran descarga eléctrica, mientras estaba arreglando un ascensor unos meses atrás, era electricista, ese día su hermano menor lo acompañó a trabajar, quien se salvó gracias a que su madre le encargó varios artículos del mercado, estaban por terminar la jornada y su padre recordó el encargo de su esposa: pan, azúcar, huevos, leche.

La desgracia se produjo, cuando su hermano salió al mercado y no había nadie quien pudiera ayudarle. Ella tenía una relación muy estrecha con su padre, eran muy unido y era la adoración de su padre. No paraba de repetir que no quería morir, entre llantos y tristeza por extrañar tanto a su padre, pero decía que era muy joven y que no quería morir.

Lo que comenzó como un simple juego, había terminado en una noche triste, todos abrazaron a Liliana. Le dijeron que eso era una juego y que no hiciera caso, tenía que seguir con su vida. Jorge y mi hermano la llevaron a su casa, en el camino Jorge le confesaba a mi hermano, que no sabían nada en el grupo de teatro, ya que solo eran conocidos y ella no había dicho nada. Nadie conocía nada de esta chica y menos los detalles del accidente.

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El número 3

¿Recuerdan que la copa se detuvo en el número 3? A los 3 días, Liliana se dirigía al teatro, en un autobús de la linea, con otras 20 ó 30 personas, iba al teatro. De pronto, el autobús frenó de golpe porque se cruzó un perro, iba a muy poca velocidad ya que recién salía de la parada y había subido gente.

El chófer preguntó a los pasajeros: ‘¿Están todos bien?’, a lo que todos gritaron: ‘Si’, pero de pronto se escucha una voz en el fondo del autobús, que exclamaba: ‘Aquí hay una chica desmayada y con sangre en la cabeza’.

Efectivamente era Liliana, estaba sentada con sangre en un lado de la cabeza. Aparentemente se golpeó con el vidrio de la ventana y estaba muerta. Fue la única pasajera de todo el autobús a quien le pasó algo.

Todo ocurrió como lo dijo su padre, al tercer día se la llevó con él. Nadie mas de mi familia volvió a tocar ese juego.

Marcela Moggia

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